Crucen los dedos, pónganse el cinturón y despeguen ♥

Solo seguidores de verdad, por favor

Choose your language.

English plantillas curriculums vitae French cartas de amistad German documental Spain cartas de presentación Italian xo Dutch películas un link Russian templates google Portuguese foro de coches Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

jueves, 1 de marzo de 2012

Este hombre promete... ¡Ya era hora!

Aquí dejo una pequeña parte de uno de mis libros favoritos de Elizabeth Young:

Recuerdo que él dijo:
-Muy bien, pues ahora voy a jugar sucio...
Recuerdo que eché a correr para refugiarme y me encontré acorralada y chillando mientras él me cogía por detrás. Recuerdo que él dijo:
-¿Te rindes?
Y yo grité:
-¡Jamás!
Recuerdo que fingí luchar mientras él me sujetaba fuerte con un solo brazo y recuerdo que vi como con la otra mano recogía un puñado de nieve de un montón cercano.
Y sobre todo, recuerdo que chillé:
-¡Vale, vale! -justo cuando él estaba a punto de meterme la nieve por el cuello.
Recuerdo el momento exacto en que dejé de fingir que luchaba y cómo aflojó su brazo al envolverme. Tenía copos de nieve en el  pelo. Lo miré y él me miró. De repente, dejamos de reirnos. En voz baja y ronca dijo:
-¿Te rindes?
¡Vaya pregunta!
Durante los minutos siguientes, recuerdo que pensé que si me moría justo en aquel momento, sería una manera maravillosa de desaparecer. Noté cómo se aceleraban los latidos de mi corazón cuando él se me quedo mirando mientras me quitaba un copo de nieve de la mejilla. Recuerdo exactamente la sensación, la vibrante electricidad de sus dedos.
Aparte de eso, no hubo indecisiones ni tentativas preliminares. Nos unimos como dos fuerzas irresistibles mantenidas aparte demasiado tiempo. Para ser sincera, fue la clase de beso que hacía que la pobre Dorothy se sintiera muy violenta y dijera que iba a escribir a la BBC protestando por toda la indesencia y suciedad que había en televisión. Nos devoramos como si nos fuera la vida en ello, abrazándonos con una frenética desesperación, pecho contra pecho, cadera contra cadera, muslo contra muslo.
No recuerdo haber sentido nunca una explosión tan instantánea de deseo. Crecía en mí como si fuera un volcán en erupción, imposible de detener. Y sentía lo mismo en él; no sólo en su boca y en suis brazos, sino en todas partes.
Supongo que pasaron un par de minutos antes de que saliera a la superficie para respirar. Yo estaba temblando y el corazón me iba al galope como los caballos en Kempton Park.
Se apartó un milímetro y me miro desde arriba.
-Eso te enseñará a jugar a sucio.

Fragmento de Elizabeth Young "Este hombre promete... ¡Ya era hora!"