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sábado, 30 de julio de 2011

El amor.

Creces creyendo en cuentos, esos que te muestran una imagen idealizada del amor, en el que la princesa siempre es rescatada por el príncipe de su cruel realidad y se juran amor eterno sellándolo con un fuerte beso. Después pasas a ver esas series de adolescentes, en las que aparecían las típicas escenas de primeros besos, primeras relaciones, primeras dudas, donde esa extraña palabra llamada "amor" también estaba presente. Te dispones a televisar también esas telenovelas tan frecuentadas por madres y abuelas, en las que los protagonistas, locamente enamorados, se disponen a luchar contra todo tipo de obstáculos para darle a la novela ese esperado y merecido fin: el poder estar juntos eternamente. Todo esto es el amor... Personas que lo darían todo por estar juntas, que serían capaces de cruzar mares y océanos a nado por estar con la otra persona, personas que se besan con dulzura o con furia, que se abrazan, que lloran juntas, que experimentan cosas juntas, que se piensan, que se añoran... Personas realmente enfermas de esa enfermedad llamada amor que no tiene más cura que la persona a la que se ama. Todo esto es lo que ves, lo que te inculcan desde pequeño con esos primeros cuentos cuando apenas tienes uso de razón y, así creces, desconociendo realmente el significado de esa palabra, sin capacidad de descifrarla, quizás, también, sin darle demasiada importancia. Pero... ¿Qué pasa cuando esa palabra llega a ti? No sabes si realmente estás sintiendo todo eso que un día viste...Cuando ese cosquilleo se produce en tu estómago cada vez que te habla o lo ves, cuando esa sonrisa se implanta en tu cara sin necesidad de despegarse de ella, cuando los minutos pasan a su lado sin que te des cuenta y cuando lo tienes enfrente y tienes la sensación de que es la persona que has estado buscando todo este tiempo, que con él te dejarías llevar a cualquier espacio, a cualquier lugar... Sientes la necesidad de huir, de correr de este nuevo mundo que antes desconocías. Pero, hay algo que te retiene, algo que es mucho más fuerte que tú. Es entonces cuando tienes miedo, miedo a fallar, a sufrir, miedo a esto que desconoces y... De repente, estás a su lado, le miras, le hablas, le besas, le tocas, te vuelves a perder con él en ese mundo y, cuando despiertas y estás en el mundo real, le añoras y sufres la necesidad de volver a estar con él y tu cabeza se llena de recuerdos, de pensamientos, de ideas estúpidas que hacen confundir tu mente y te hacen creer que puede que no sea la persona que tu estabas buscando, pero, repentinamente te das cuenta de que si lo es y te dejas llevar a pesar de las dudas, a pesar de los miedos y la desconfianza, sin más propósito que él mismo.


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